martes, 18 de noviembre de 2008

C.S.C. Olga Vázquez

Desde el 7 de diciembre de 2007...

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“La casa de tod@s”

El Centro Social y Cultural Olga Vázquez

La Lucha no se acaba, se reinventa”

(P. Freire)

Un cable amarillo sale de la máquina soldadora y en su recorrido rodea un bombo murguero, pasa por debajo de alguien que trabaja con una pala, muy cerca de ellos alguno lee y otro realiza un osado movimiento de capoeira. El cable da una vuelta y se transforma en la calle por la que transita una moto que reparte pizzas, y unas cuantas casitas y ranchos forman parte del camino. Vuelve a su forma de cable para alimentar de electrones la herramienta de una niña herrera, que trabaja intentando soldar una luna de chapa que sobresale en el frente del Centro Social y Cultural Olga Vázquez. El grupo de muralistas “Sien volando”, con el mural que diseñaron a partir de nuestras prácticas, y que pintamos todos juntos, nos da una mano para explicar quiénes somos, qué hacemos, y de qué forma lo hacemos.

En la calle 60 entre 10 y 11 de la ciudad de La Plata, el C.S. y C. “Olga Vázquez” se abre como espacio a las diversas expresiones culturales, al encuentro de diferentes grupos, organizaciones sociales y de Derechos Humanos, y es al desarrollo de trabajos autogestionados y cooperativos. Esta confluencia genera un nuevo cosmos; intenta mostrar otra forma de pensar y hacer el trabajo, otras formas posibles de las relaciones sociales, en definitiva de habitar el mundo.

El espacio estaba abandonado, pertenecía a una escuela (“Centro pedagógico La Plata”), que se fundó con la aspiración de una calidad educativa del estilo del colegio nacional, imponiendo altos precios. Lejos de lograr aquella aspiración, la escuela se armó como un buen negocio que tuvo su corolario con la quiebra y el cierre de la unidad educativa. Hace cuatro años, un grupo de organizaciones sociales ocuparon el lugar abandonado, para comenzar a resignificarlo y darle un lugar, en el centro de la ciudad, a los barrios periféricos y marginados de nuestra ciudad. De allí, la idea de bautizarlo con el nombre de Olga, una compañera que trabajaba en un comedor de la zona de Romero al fondo, y falleció por hantavirus...

“El Olga” fue cobrando cada vez más vida y más juventud, con talleres de capoeira, tai-chí, cerámica, literatura, murga estilo uruguaya y rioplatense. Allí se reúnen diversas agrupaciones de trabajo barrial, el Frente Popular Darío Santillán, el Movimiento Intersindical Clasista, la CORREPI, estudiantes secundarios y universitarios, y la agrupación HIJOS, entre otros que entran y salen de la colmena que simula ser el centro cultural en horas pico. Periódicamente se realizan ferias artesanales, ciclos de cine, y jornadas de charlas debate. Además, grabado por las características de los Movimientos de Trabajadores Desocupados, la autogestión y la construcción colectiva, el trabajo sin patrón ocupa un rol central en “el Olga”. En sus aulas funciona una Cooperativa de Trabajo Textil, un Taller de Tejido y Telar, una Pizzería, una imprenta, una Cooperativa de herreros, un local de la Red de Comercio Justo (que permite comercializar y acopiar la producción de muchos trabajadores/as autogestionados de los diferentes barrios de La Plata y Berisso), y una Escuela de Oficio de herrería, electricidad y albañilería. Cada una de estas actividades va modelando y recreando este espacio alternativo, que impulsa nuevas relaciones en la producción, en la educación, y en la cultura. Se intenta construir una propuesta pedagógica contrahegemónica, una propuesta que tienda a generar distintos modos de cuestionamiento y resistencias, construyendo nuevas relaciones sociales. Así, desde los diversos talleres se practica una forma de organización que invita a la participación. Y desde ahí interpela a la sociedad demostrando que otra forma de relacionarse es posible.

A mitad del año pasado llegó a la casa una notificación de remate que puso en riesgo nuevamente la vida del “Olga”. La calle 60 entre 10 y 11 es un lugar estratégico para el negocio inmobiliario, que produce cada vez más edificios en nuestra ciudad arrasando con los pocos espacios comunitarios que nos quedan. Esto apuró los tiempos de la causa de quiebra que dormía en los tribunales, a causa de la ambición de intereses particulares, no repara en destruir fuentes de trabajo, espacios de encuentro ni experiencias educativas. La ciudad está cada día más llena de edificios, estos elefantes de cemento representan el negocio de unos pocos y la precarización de la vida de muchos: espacios de 2x2 con altísimos alquileres usureros contra los estudiantes; quitan la presión de agua al resto del barrio, y funcionan como paredes que le impiden al sol llegar a la ventana de las casas mas bajas.

Pese a las amenazas de desalojo, el sol en el C.S. y C. Olga Vázquez siguió iluminando, porque tenía un motor propio. Desde la colmena salieron todas las expresiones artísticas, políticas y laborales que la habitan. Innumerable cantidad de encuentros, ferias, números artísticos, marchas coloridas; en el barrio, en las plazas y en las calles se fue dando lugar a la expresión de lucha que, después de un largo y apurado peregrinar por los despachos fríos de la legislatura, el 7 de diciembre de 2008 le arrancamos la firma a Felipe Solá en los últimos días de su mandato como gobernador y conseguimos la Ley de expropiación que afirma que “el Olga” es de todos y todas.

Frente a una cultura mercantilizada, del individualismo, de la aceptación pasiva de la realidad, que se presenta como única y vencedora y que no tiene otro proyecto para los sujetos que el de ser consumidores o morir en el intento, en “El Olga” convivimos distintas organizaciones y manifestaciones culturales haciendo camino para ir creando una cultura de la resistencia, de la rebeldía, de la libertad. Es el espacio donde podemos encontrarnos, para potenciarnos y valorizar el rol de la alegría, de la creación, del cuerpo, del jugarse, en la construcción de una nueva cultura, inclusiva, diversa, revolucionaria. Este triunfo del 7 de diciembre, nos obliga a multiplicar nuestra iniciativa, junto a otros esfuerzos, en el aporte a la invención colectiva de una cultura antagónica de la dominación, al cuestionamiento del conjunto de valores que reproducen el capitalismo, a la creación de un nuevo tipo de vínculos entre los militantes que hoy son parte de la resistencia, a la creación de una cultura de solidaridad y de rebeldía.

La experiencia del “Olga” nos dejó en claro que “El trabajo, la cultura y los derechos humanos no se negocian”.

La propiedad colectiva implica nuevos desafíos en la construcción de nuevas relaciones pedagógicas, nuevas formas de producción y nuevos lazos militantes que nos unen en la resistencia. Esos desafíos nos interpelan, y convertidos en electrones que se aceleran, se excitan y se mezclan dentro del cable amarillo que recorre todas las expresiones, culminan ayudando a la niña herrera del mural, a construir nuestros propios astros como guía.

Nos quedan cuatro años de lucha para que el estado haga efectiva la expropiación con el pago de lo adeudado. Son cuatro años para seguir reinventando la lucha y construyendo la casa de todos y todas, sumate desde lo que sepas/quieras hacer: te estamos esperando.

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