¿Es posible pensar
desde
Corina Pérez Garate, Luisa Zeballos y Nicolasa Álvarez
Nos encontramos con María del Carmen Cosentino y dialogamos acerca de cómo pensar una Universidad distinta, desde
Comenzamos preguntando por qué pensar en una universidad Pública y Popular, a lo que María respondió con la inesperada pregunta de porqué para nosotras la universidad actual no era pública y popular, o mejor dicho, de dónde venían esas preguntas…
Acostumbradas como estamos a ser oyentes más que participantes, tardamos algunos segundos hasta que le devolvimos algunas respuestas… también con algunas preguntas: quiénes tienen acceso hoy a la universidad pública, quiénes permanecen y se reciben…qué tipo de conocimiento se produce y para quiénes, las selecciones explícitas o no, la “cultura universitaria”…
Mientras hablábamos, María iba asintiendo con gestos y miradas, para después comenzar a problematizar esta distinción entre público-popular que traíamos.
Lo público hace referencia a lo que es de todos, un bien común; y desde un punto de vista político, lo popular es aquello que tiene que ver con el pueblo. Ahora cuando uno lo toma desde una perspectiva cultural, lo público aparece ligado a lo oficial, al Estado, a lo que está legitimado, y lo popular hace referencia a un tipo de pensamiento, de conocimiento precientífico, atravesado por supersticiones, mitos, creencias, lo que se llama “saberes populares” todo entre comillas, como una masa totalmente uniforme pero que queda deslegitimado. Sin embargo lo paradójico es que la modernidad se ha caracterizado por señalar que si hay algo que un pueblo tiene es la libertad, somos iguales ante la ley y tenemos la libertad de elegir a nuestros representantes. Sin embargo este mismo pueblo es considerado como necesitado de ser “civilizado”, entre comillas nuevamente, para el buen uso de su razón. Hay que civilizarlo, hay que disciplinarlo, porque esta razón que posee hay que orientarla en determinada dirección. Esto aparece claramente en un sistema capitalista porque es funcional hacer una distinción entre lo público y lo popular. Finalmente son categorías que hacen referencia a lo mismo, pero que por cuestiones de funcionalidad política, de ser útiles para sostener la reproducción del sistema y de sectorialización, hace que lo público no solamente este ligado a lo oficial y a lo estatal sino en manos de algunos que muestran cualidades particulares, y lo popular es desdibujado, deslegitimado. Es más: cuando uno habla de educación popular en general es como que está menospreciada, desde el lugar del saber erudito. Digo: el saber popular es objeto de estudio, nunca son sujetos, sujetos de saberes, de prácticas, de movilizaciones teóricas que pongan en conflicto el sistema. La universidad extiende el conocimiento y lo lleva… si yo lo tengo que extender es algo que esta afuera y que esta ajeno a mi, estamos como divididos. Por qué no pensar a la inversa: ¿no hay prácticas en el pueblo que podrían ser teorizadas sistemáticamente al interior de la universidad? o dicho de otra manera, esta universidad ¿qué tipo de profesional prepara? ¿Con qué tipo de conocimientos? ¿A qué intereses sirve? ¿Esta universidad para qué? ¿Hay en la universidad una construcción y producción de conocimientos para la emancipación de los sectores populares?
- Si, nosotros también nos preguntamos…
En realidad quien viene a intervenir a cuestionar, a interpelar la universidad son los sectores populares. Y esto no lo estoy diciendo en términos culturales, sino políticos, como los nuevos movimientos sociales, que instituyen nuevos sentidos, que son históricos. La misma palabra movimiento está diciendo que es dinámico, que no están esperando, irrumpen.
- En relación con estas irrupciones populares ¿por qué no hay educación popular en la universidad? ¿Qué tipo de formación tenemos como educadores?
Esa es una pregunta sumamente importante, qué tipos de profesionales estamos formando, al servicio de qué, para resolver los problemas de quiénes. ¿Están al servicio del bien común, de la comunidad o están al servicio del mercado, de intereses económicos?. Esto de pensar la educación popular, no tiene un vacío histórico, hay que historizarla. Lo que define a la educación popular es que forma parte de un proyecto político, se inscribe siempre como una práctica pedagógica solidaria con un proyecto político emancipador, liberador. En una sociedad, la educación es un instrumento, una práctica que sirve a los fines de la dominación o de la liberación, con sus matices. La educación popular a lo que apela fundamentalmente no es a la conciencia critica meramente como apelaría la educación pública, sino mirándola dialécticamente, la síntesis de la conciencia crítica y la conciencia política. ¿Cómo surge esa conciencia política? ¿primero teorizando para después comprometerme?. ¡No!, en realidad bien a la manera freireana: porque estoy en la lucha, teorizo. No es que primero teorizo, después lucho y me comprometo. En la lucha, intentando cambiar un estado de cosas, voy tomando conciencia y comprometiéndome con mis modos de pensar y con la propia lucha. Lo que tienen precisamente estos movimientos que son plurales, es que la lucha no es individual, no es solamente que es colectiva, sino que hay algo en común, la dignidad de la vida es un bien común y colectivo, por el cual se puede luchar y morir.
Quiero volver un poco atrás, cuando uno mira la universidad parecería el lugar donde los saberes están ordenados, disciplinados, son prolijos, totalmente legitimados, acumulados, los transmito acumulativamente y después con eso se supone que uno los aplica, la aplicación viene con posterioridad. Esto de pensar que la educación es “para la vida” que viene después, como si “la vida” quedara suspendida mientras uno transita la universidad. Vos tenés un periodo de formación y otro de acción, donde quedó todo en “stand by”, suponiendo que la vida te estuvo esperando. Esto de educar para la vida es un precepto cuestionado, uno educa en la vida, con la vida, ¡viviendo!, porque es la vida la que te formula los problemas, cuando no vivís: qué problemas vas a tener.
- ¿Qué lugar tendría el saber popular en la universidad?
Qué diferente que es pensar que adentro de la universidad habría que hacer una acumulación del saber popular para poder conceptualizarlo y teorizarlo, cuando desde la educación popular se propone hacer una acumulación popular del saber. Y acá volvemos con algo central, que es el valor estratégico del conocimiento, es el conocimiento el que me hace libre, este conocimiento que está legitimado públicamente tiene que ser democratizado, socializado.
Hay una tergiversación muy grande de la educación popular, por eso la desvalorización, suponer que en la educación Popular se parte del punto de admitir que el saber popular es incuestionable, que “el pueblo sabe”. Lo que sabemos es que los saberes populares son saberes dominados, son saberes atravesados por modos de pensarse en situaciones de opresión. Precisamente con lo que uno puede trabajar cooperativamente es interpelando, problematizando, interrogando estos modos de pensar y pensarse. Ahora: para poder hacer este trabajo de crítica del conocimiento, es indispensable tener docentes críticos, comprometidos políticamente, esto tiene que ver con el llamado intelectual. Por supuesto que todos somos sujetos intelectuales, todos podemos pensar, sin embargo la intelectualidad está siempre de la mano de la erudición, academicismo, las exposiciones magistrales. Esto también es un estereotipo del intelectual. Primero que no hay nadie que piense si no es a partir de problemas y de intereses, cualquiera sea la organización social, tiene sus intelectuales funcionales. En este sentido, la universidad es una máquina formidable de hacer intelectuales funcionales, nos podemos acomodar a cualquier situación, va cambiando y le vamos buscando la vuelta para justificar lo que acontece, y eso es grave, la universidad es funcional al sistema de clases. Un educador, un profesional que está comprometido políticamente, no digo partidariamente, no duda acerca de la direccionalidad que imprime a sus prácticas, los guía siempre una práctica liberadora, emancipadora de las categorías con las que estoy caracterizando la realidad y que terminan encerrándome. Yo tengo que poder cuestionar esas categorías que me han dado para ir haciendo la cartografía de la realidad, qué se impone en un pensamiento crítico: la duda. Todos esos “cartelitos” que me diste para cartografiar el territorio ahora “voy a ver”, los voy a examinar, qué quiere decir cuando me dice acá educación, cuando dice, justicia, quién lo dice, para qué lo dice. La educación auténticamente consiste en que yo pueda tener autonomía personal, intelectual y moral. Ahora toda esta educación formalizada y formatizada…
- Con un formato, un modelo…
Claro, con un formato estereotipado, no es una educación que propicie la autonomía, en ningún sentido.
-Te queríamos preguntar por eso, cuáles son las posibilidades y cuáles los condicionamientos para construir un proyecto de educación que nos forme como sujetos autónomos también desde
Primero, no es una utopía, o como dice Silvio Rodríguez “yo he preferido hablar de cosas imposibles, porque de lo posible se sabe demasiado”, yo quiero hablar de cosas imposibles. Es utopía en el sentido de que es improbable pero no es imposible. Porqué no podría ser esta universidad donde circula este conocimiento que está legitimado, “el lugar” donde no solamente ingresen, permanezcan, egresen todos los que quieran formarse en determinada dirección sino que además los problemas y el modo de abordaje del conocimiento tenga que ver con los problemas que nos preocupan y nos ocupan? Si vos le preguntás a cualquier persona que no va a la universidad qué se hace ahí adentro…
- Se leen libros…
¡Ahí está! Exactamente, esa es la visión. Cuánto le devuelve
- Engordar el currículum…
Sí y que me permita acceder a otro lugar, pero socialmente no devuelvo nada, es bien individualista este planteo, incluso medio secretamente porque nos podemos robar, copiar, cuando en realidad lo propio del conocimiento es que circule…
- Que se comparta…
Es realmente una cuestión de fundamentos de la educación. Es un problema estrictamente político.
- De proyecto histórico…
Si, exactamente, de proyecto histórico-social y político. La educación concebida como popular, como liberadora forma parte de un proyecto político en el que se inscribe, necesariamente. Entonces volviendo a donde arrancamos ¿hay un proyecto político actual que sirva a la emancipación?
- Y cómo ves el proyecto actual…
No! discursivo absolutamente, no lo hay. En qué ha cambiado esta Universidad respecto a la de los ´90, ¿en qué cambiaron las escuelas, hay menos exclusión, cambiaron las matrículas, entran otras personas?
¿Hay otras personas que aportan su conocimiento para intercambiar con el que producimos acá adentro? ¿qué es lo que a uno le hace pensar que el conocimiento que se produce fuera de
- Que es lo que no se hace...
Claro, porque cuestionar los fundamentos pone en crisis todo lo demás, te muestra la anatomía del sistema. Lo propio de la educación pensada desde el hombre, desde lo humano pone en el centro de las preocupaciones al hombre y a la mujer. Lo primero que te preguntás es con quién voy hacer la educación. Después inmediatamente viene el para qué, con qué propósitos nos orientan, y recién después te preguntás con qué, qué tipos de conocimientos o contenidos…
Ahora qué es lo que se ha hecho desde
-Esta distorsión sale de aislar las técnicas del proyecto político y los fundamentos.
Claro, además el fundamento es político e ideológico, la educación popular viene a poner en cuestión la educación que está instituida, diciendo que es posible instituir otra educación. Absolutamente posible. Y por dónde se empieza, haciéndola, porque la acción es lo propio de la educación popular. La práctica es la que te obliga a la reflexión y a la conceptualización, con su propia didáctica además, no es una improvisación, no tiene que ver con el espotaneísmo, ni con el asistencialismo o voluntarismo.
Para introducirla en la universidad hay que trabajar seriamente para mostrar no solamente que no son incompatibles, sino para mostrar que la educación popular está tanto en ámbitos formales como no-formales. El tema es cuál es la dirección que uno le imprime, hacia dónde se dirige: entonces la universidad puede ser pública y popular, obviamente que sí. Pero ahora, ¿puede haber una universidad popular y pública si previamente no tenemos escuelas públicas y populares? No, de ningún modo.
Primero hay que garantizar las instancias previas. Pero si la escuela pública de hoy es la escuela de los pobres, no meramente de un sector empobrecido económicamente, sino pobre culturalmente, estas instancias no se están garantizando. La igualdad parecería no estar en discusión, la igualdad de posibilidades es la que tenemos pero no la de oportunidades, si hay algo por lo que nosotros tenemos que luchar es por la igualdad de oportunidades. Ahora, tampoco es cierto que la educación popular tenga que funcionar como compensatoria, porque en realidad uno no hace más que legitimar esta segmentación, fragmentación, diferenciación: “total los pobres para qué quieren educación, si tienen a mi hija que es tan buena y generosa y les hace apoyo escolar”. A ver, no estoy diciendo que no haya que hacer apoyo escolar pero conjuntamente con militar y exigir que nadie necesite del apoyo escolar extra-escuela, porque sino el apoyo escolar sigue siendo para los pobres y da la casualidad que los pobres son los que no entienden, son los que fracasan en el sistema.
- Que es un poco el planteo de Freire: él no decía “no al sistema educativo” sino exigir el sistema y la educación que queremos, a la vez que se generan otros espacios educativos.
Efectivamente, pero en simultáneo es indispensable luchar, luchar es resistir, exigir, ejercer el derecho que tengo a no tener apoyo escolar, yo tengo que tener un maestro muy bien formado para que me pueda enseñar en esas condiciones en las que estoy, para que yo advierta que esas condiciones las puedo modificar.
O sea que planteándose esto, la universidad vendría a ser el último eslabón de una cadena previa, no casualmente no todo el estudiantado universitario es sensible a estas cuestiones, convengamos que la educación ha formalizado y formatizado un tipo de sujeto social, que está anestesiado frente a la injusticia, al dolor.
- Como uno llega a naturalizar lo que pasó con Fuentealba, Darío y Maxi, Romina Tejerina, López…
Ahora fijate que hay algo sumamente interesante, por que son los estudiantes los que traen la realidad de afuera y la imponen. Fijate vos que no cabría ninguna duda en decir que el estudiantado de
- O sea está politizado pero…
A ver… si politizado minúsculamente, por pequeñeces
-Individualmente…
Si, por pequeñeces, por problemas sectoriales. Esto también es para pensar, los estudiantes son los que ingresan las cuestiones políticas al aula, es más, golpean la puerta: “podemos hablar…”
En un ámbito en el que se está enseñando a pensar la realidad, ¿no deberían ser los docentes los que digan: muchachos, a ver, esta es una cuestión que nos preocupa: No deberíamos abordarla? ¿No tenemos nada para pensar? ¿qué vamos a hacer, comentadores de TN, de radio Mitre, o en realidad podemos tomarlo como una problemática y buscar los elementos que no están a la vista?. Yo personalmente no tengo escepticismo de la educación, tengo escepticismo respecto de esta universidad, se piensa poco a sí misma, no piensa cuál es su función social, esto me parece que está todavía muy en pañales. Pero este sistema capitalista no está cerrado, no está consolidado, tiene todas estas fisuras y grietas y la práctica educativa se hace con personas, en un lugar muy concreto, con lo cual la educación es una potencia crítica, sobre todo porque es multiplicadora, siempre hay alguien a quien le queda dando vueltas. Me parece que vamos a tardar mucho tiempo en tener una población mucho más politizada, en la medida en que haya muy pocos docentes, intelectuales que tengan un compromiso efectivo con un conocimiento que permita una situación de emancipación… Pero sí, es posible una educación popular en la universidad, absolutamente.
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