martes, 18 de noviembre de 2008

¿Qué andará haciendo...?

Esta es una sección especialmente pensada para entablar una relación con l@s graduad@s de ciencias de la educación, para conocer sobre las incumbencias profesionales de la carrera, las miradas que se van construyendo sobre la misma y desde ella sobre la realidad.

A continuación una entrevista que compartimos con María Belén Janjetik, profesora en Ciencias de la Educación


¿Cuáles fueron los motivos que te llevaron a elegir estudiar educación?

En 1999, cuando estaba en 5º de la secundaria no dudaba: lo que elegiría tendría que ver con las ciencias sociales, las humanidades. El punto era qué dentro de toda esa amplia variedad. Desde hacía dos años venía trabajando en un barrio de Avellaneda, realizando en la escuela del lugar un taller de educación en valores, en el que mezclábamos algo de recreación y algo de arte también. Esa experiencia me orientó en dos opciones: psicología o trabajo social. A medida que fui averiguando de cada carrera ninguna de las dos se ocupaba de aquello que me movilizaba, que era la educación de estos sectores con los cuales venía trabajando.

Aunque parezca mentira, no tenía idea de que existía la carrera de ciencias de la educación, hasta que un día mi tía, notándome angustiada por este proceso me comentó de la carrera. Investigué sobre ciencias, me gustó su combinación entre materias sociales y pedagógicas, me inscribí.

Después de que me anoté empezó la tortura, imaginen la siguiente situación: “que bueno que ya te decidiste! ¿Qué vas a estudiar?” y mi respuesta: “ciencias de la educación” y enseguida me acosaba la temible pregunta: “ah, ¿Qué es? ¿Es como una maestra?”. Con el tiempo me fui armando de una respuesta para esa pregunta, pero debo reconocer, que hoy, ya recibida, me río, y digo que sí, que es ser como una maestra.

¿Hubo algún aspecto de tu paso por el sistema educativo que afectó a esa decisión? ¿Qué ideales o utopías tenías al comenzar la carrera?

En verdad no sé si el paso por el sistema educativo me influyó en la decisión, lo que siento que afectó a esa decisión fue que mi mamá sea docente, de inglés, nada que ver, pero siempre la veía preparando clases, pensando cosas nuevas, apasionada con su tarea, y ese aspecto me conmovió.

Al comenzar tenía muchos ideales y utopías, y otros tantos me los dio el paso por la Universidad. Al principio, mis expectativas con la educación tenían un umbral altísimo: podía cambiar todo. La universidad afectó para bien y para mal aquellas expectativas. Algunas las llevó a un plano real, dando la oportunidad de construir respuestas más cercanas con lo que se podía hacer, y a otras las tiñó de imposibles, y hoy por hoy me cuestiono habérselo permitido.

Desde tu punto de vista, ¿la formación universitaria enfatizó en algunos aspectos? ¿Dejó de lado cuestiones educativas que te hubiera gustado abordar? Si sucedió, ¿Por qué crees que fue?

El hecho de haber empezado a trabajar en barrios, orientó mis elecciones dentro de la carrera hacia los espacios no formales, interesándome cada vez más por planteos como los de Paulo Freire y cada vez menos en planteos academicistas a los que la facultad le dedicó años.

En verdad siento que la carrera me acercó mucho a la rama de la formación docente, en continuar como docente en la facultad, pero no abrió demasiadas puertas para poder explorar otros ámbitos.

¿En donde trabajas actualmente? Desde tu espacio profesional, ¿crees que estás concretando alguno de esos ideales o utopías?

Actualmente trabajo en dos espacios formales. Uno es formación docente, en un terciario privado de la localidad de Avellaneda. Ahí dicto la perspectiva pedagógica didáctica y la pedagógica filosófica. Ambas perspectivas son interesantes, y me permiten poner en juego preguntas, inquietudes y reflexiones sobre el acto educativo que considero importante atravesar durante la formación, no para hallar respuestas sino para no abandonar las preguntas. El aspecto negativo de este espacio laboral es que es una institución privada, lo que afecta más que nada a las prácticas de los alumnos ya que muchos las realizan solo en instituciones privadas de nivel medio que se relacionan con el profesorado.

El otro trabajo es en la Escuela Superior de Comercio Carlos Pellegrini, colegio de nivel medio de Universidad de Buenos Aires. Aquí dicto dos asignaturas Acción Solidaria y Taller de Aprendizaje y Tutoría.

Acción Solidaria es una materia que se divide en dos partes, un trabajo de taller en la escuela para reflexionar sobre la realidad social y en diálogo con esa reflexión la parte práctica, llevando a toda la división a realizar un proyecto solidario fuera de la escuela. Los proyectos tienen cuatro encuadres: tercera edad, discapacidad, apoyo escolar y recreación, y educación por el arte. En mi caso, tengo a cargo dos proyectos de tercera edad (uno en un hogar geriátrico público y otro en uno privado) y uno de apoyo escolar (en un comedor de la Villa19 en Lugano). Es muy interesante ver el trabajo de adolescentes con poblaciones que sino fuera por la escuela no se conectarían...

La otra asignatura, taller de aprendizaje y tutoría, es una materia que tienen los alumnos de 1º año. La idea central es acompañar el paso de la escuela primaria a la secundaria en todos los aspectos, sea desde lo académico, la metodología de estudio hasta los cambios de la adolescencia, trabajando también temáticas como drogadicción, alcoholismo y sexualidad. La tutoría consiste en atender los problemas de la división, en relación al estudio, al vínculo con los docentes y también la atención a padres.

Desde mi lugar profesional, creo que mi trabajo en acción solidaria me permite conjugar los espacios formales y no formales en educación, cumpliendo en parte algunos de mis ideales, dando a la escuela un espacio participativo, abierto a la comunidad y que permite el encuentro entre escuela y otros mundos.

Para tu desempeño actualmente como profesional en educación, ¿qué lugar ocupó la formación en la Universidad?

Para mi desempeño actual la formación inicial fue crucial, porque me dio el piso, la base y una amplia variedad de criterios para que yo misma empiece a construir mi propio camino profesional, en relación a mis intereses, dudas, preguntas y no a las inquietudes marcadas de la carrera. También me sirvió para saber lo que no quiero, saber que no quiero una educación para unos pocos, saber que más allá de que la universidad haya despreciado los espacios de educación no formal para mi son esenciales y el trabajo en barrios, centros, hogares, me permite una lectura de la realidad que desde afuera es imposible hacer. Me ayudó a convencerme, aún más de lo que estaba antes de entrar a la facultad, de que es necesario mancharse los zapatos para entender algunos procesos y que la educación jamás puede separarse del desenvolvimiento de la realidad.

¿Por qué considerarías importante el trabajo educativo actualmente? ¿Qué proyectos tenés hoy en día? ¿Hacia dónde caminás hoy en educación?

Porque como decía Freire creo que la realidad no es dueña de si misma. Por eso creo en el trabajo educativo, porque considero que es en el encuentro con el otro, en el trabajo con el otro que podemos construir respuestas críticas, históricas a esta realidad. Confío en que con nuestro compromiso como educadores, desde lo cotidiano, podemos entablar muchas luchas para que el mundo no sea así.

Uno de mis proyectos hoy es seguir estudiando, comencé una maestría en pedagogías críticas y problemáticas socioeducativas en la UBA, que me abrió al diálogo con educadores de múltiples lugares y con variados enfoques, provocando un huracán de preguntas y ansiedades. El otro proyecto es poder concretar un trabajo en educación popular, que por diferentes cuestiones personales (mudanzas, cambios de trabajos, necesidades económicas) hoy por hoy no tiene el lugar que yo quisiera en mi desempeño profesional, y en mi vida, más allá de lo profesional.

No hay comentarios: