lunes, 17 de noviembre de 2008

Reseña bibliográfica



Mujer que lucha
no vuelve a la cucha

“Vamos a hacer la matria socialista,

la vamos a hacer piquetera y feminista”


Hacia una pedagogía feminista. Géneros y educación popular, Buenos Aires, El Colectivo, América Libre, 2007. Korol, Claudia (comp), 256 p.

Hacia una pedagogía feminista es un libro que surge de distintos espacios, talleres, campamentos y encuentros organizados desde el Área de Géneros y Educación Popular de Pañuelos en Rebeldía. Desde una mirada polifónica recorre la historia del feminismo y los movimientos de mujeres en Latinoamérica y Argentina, desanda prejuicios y preconceptos sobre qué es ser feminista e introduce historias de vida de mujeres educadoras populares, filósofas, abogadas, campesinas, médicas, docentes, psicólogas, antropólogas, transexuales e intersex, militantes de organizaciones populares y militantes de la vida: mujeres rebeldes que luchan por los derechos de todos y todas, por relaciones sociales más equitativas, por revolucionar “las calles, las casas y las camas”.

El libro se divide en tres partes -Aprendizajes compartidos, Textos generadores y Voces desobedientes- que dialogan entre sí abordando la problemática de los géneros y la educación popular desde artículos que combinan el saber académico y el popular, la literatura y el registro espontáneo de una entrevista, definiciones de palabras claves, historias de mujeres invisibilizadas por la historiografía oficial liberal, creencias, poesías, prácticas escolares.

A pesar de la diversidad de las voces y los formatos, encontramos en el libro cuatro conceptos vertebradores: la performatividad de la palabra; la formación y la pedagogía popular; la necesidad del crecimiento colectivo; el trabajo desde y con los movimientos sociales en tanto sujetos de las transformaciones históricas.

Empecemos por la primera: “Hay algo que se llama la performatividad del lenguaje. Quiere decir que el lenguaje no solamente dice, sino que construye cosas. El decir es un hacer. Hay maneras de decir que construyen aquello que digo”.

Uno de los puntos donde con mayor claridad vemos la dimensión performativa de la palabra es en el análisis de la llamada “economía del lenguaje” que pronuncia, por citar sólo un ejemplo, “buen día, chicos” cuando entra al aula de una escuela argumentando el uso del “genérico”. A partir de una revisión y crítica del concepto, y del uso de la lengua en general, se logra dejar al descubierto la existencia de un lenguaje sexista y patriarcal que aparece naturalizado por la sociedad. Entonces, la forma en que nombro al mundo no es simplemente una manera inocente de llamarlo sino que a través de las palabras construyo sentidos, subjetividades, “cosas”. Cuando digo que “si queremos un cambio social, es necesario un cambio en nuestra vida cotidiana, en nuestras relaciones interpersonales” empiezo a construir ese mundo con mi palabra.

Con respecto a la formación y la pedagogía popular, el libro realiza, en primer lugar, una revisión de las maneras en que la militancia de los ’70 pensaba los aspectos de la vida cotidiana y las relaciones interpersonales, a través de artículos y testimonios de mujeres que por aquellos años se animaron a pensar las cuestiones de géneros. Por una parte, se reflexiona sobre el hecho de que las organizaciones populares reprodujeran -en su escaso análisis de la dimensión política de la vida cotidiana- los códigos morales conservadores, la heterosexualidad como norma y la “virilidad” como valor; por otra parte, se analizan las versiones de la historia argentina que las organizaciones proponían, en las cuales la participación de las mujeres aparecía (cuando aparecía) como una “nota de color”.

La relectura de estos aspectos -que fueron considerados menores, banales o “hippies” para mucha de la militancia de los ’70- permiten disparar el debate sobre cuál es la formación, cuáles los valores, los límites y los desafíos de las generaciones militantes contemporáneas formadas en el paradigma del “sálvese quien pueda”.

En este sentido, se propone a la pedagogía popular feminista como una posición política e ideológica que cuestiona al conjunto de las relaciones de poder, es decir, que lucha contra la dominación capitalista y patriarcal, cuestiona la cultura androcéntrica, deconstruye las categorías duales y binarias, busca la horizontalidad y la autonomía, valora el diálogo en las relaciones políticas y piensa en la crítica y la autocrítica como una herramienta fundamental a la hora de construir “hombres nuevos” y “mujeres nuevas”.

Como contrapropuesta a la invisibilización de las mujeres de los procesos históricos, se cuentan las vidas de grandes mujeres de la historia y de la vida de hoy: Olimpia de Gouges, Juana Manso, las 65 valientes, las huelguistas puntanas, las congresistas de 1882, Theano, María la Judía, Hypatía, Emilie du Chatelet y Mileva Maric, son algunas de las primeras, y Helena, Verónica, Juana, María Rosa y Doris, son mujeres que luchan desde los movimientos sociales y cuyas historias se cuentan en el relato social “Mujeres inconvenientes”.

El tercer punto -la necesidad del crecimiento colectivo- es un eje que se desprende de muchas entrevistas en las que se afirma que las experiencias personales funcionaron como motores de la reflexión y producción de saberes, porque las dicotomías que dividen lo personal de lo político, lo afectivo de lo político, son falsas. Las historias relatadas nos enseñan que compartir miradas, caricias, prácticas y relatos ayuda a empezar a pensar en las categorías de género, a deconstruir los mandatos automáticos, pone de manifiesto “lo poco que vale una mujer cuando está tan sola”. En todas las entrevistas, los espacios de mujeres de los movimientos y los espacios de reflexión más grandes como los Encuentros Nacionales de Mujeres, entre otros, ocupan un lugar de privilegio en el despertar de la conciencia de género.

El último eje es el vínculo con los movimientos sociales y se relaciona directamente con el debate sobre qué es el feminismo. En un repaso por las distintas formas de pensar al movimiento feminista se revisita, primero, la primera ola –el sufragismo del siglo XVIII- y la segunda –a finales de los ’60-, ambas denominadas “feminismo de la igualdad” porque luchaban por la incorporación de la mujer al mundo público. Luego vendrá desde los Estados unidos el “feminismo de la diferencia” que asignaba a la mujer las características que históricamente le había atribuido el pensamiento conservador: la bondad, la solidaridad, el cuidado del otro, el uso metafórico del lenguaje. Recién con el “feminismo crítico” – ya en el siglo XX-, se van a empezar a desarmar esos valores, comportamientos y roles que la cultura construye para cada género. Se va a ir hasta la raíz de la subordinación y es entonces cuando se plantea que en todas las esferas de la realidad existen discursos prescriptivos, normativos, que establecen relaciones de poder entre sus miembros y que es necesario transformar. Cuando aparece la idea de la pluralidad de identidades, es decir, que una mujer no sólo es mujer por su condición biológica sino que también tiene una identidad cultural, de clase, religiosa, etc, se empieza a ver que a las reivindicaciones de género hay que sumarle otras demandas sociales. En este sentido, el libro deja atrás visiones biologicistas sobre qué es el feminismo para definirlo como una posición política, ideológica que cuestiona todas las jerarquías, desigualdades y discriminaciones y entiende que el patriarcado y el capitalismo son un mismo sistema de dominación; por eso, entender la lucha feminista como la batalla contra las desigualdades de género es tener una mirada miope sobre el asunto: el feminismo es esencialmente revolucionario. “Esas compañeras que antes en los barrios no hablaban y ahora se animan a leer sus poesías en voz alta” son mujeres que alcanzaron una libertad integral, insumisa, rebelde, alegre.

Para terminar, en las tapas del libro asoman brujitas, con banderas y bonetes violetas, porque las brujas –cuyas escobas no son para barrer sino para volar y cuyas calderas no son para cocinar sino para transformar unas cosas en otras- son mujeres desafiantes, no sometidas al poder patriarcal, independientes, fuera de control: libres. Son mujeres que usan su poder para convertir, transformar, para CAMBIAR el mundo.

Escriben y cuentan sus historias en este libro: Claudia Korol, Roxana Longo, Lucía Forneri, María Pomacusi, María Angélica Muñoz Valdera, Diana Maffia, el Espacio de Mujeres del Frente Popular Darío Santillán, el Area trans e intersex, Analía Bruno, Graciela Zaldúa, Graciela Alonso, Gabriela Herczeg, Belén Lorenzi, Ruth Zurbriggen, Dora Codelesky, Celina Rodríguez, Liliana Daunes, Lohana Berkins, Safina Newbery, Nalú Faria, Adelia Smith, Vilma Espín.

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