miércoles, 9 de abril de 2008

Reflexiones sobre el acto de empuñar (o esconder) un machete

“Cómo olvidar aquella puerta del baño en el Colegio Industrial que rezaba ‘La escuela es una selva, se atraviesa a machetazos’... El machete nos remite a uno de los primeros artilugios para burlar una de las instancias más arbitrarias del sistema educativo, el examen. El machete como una de las primeras herramientas de resistencia que ha tomado a lo largo de la historia distintas morfologías, hoy podemos encontrar en la Web páginas donde se pueden “subir” machetes para compartir (y globalizar la resistencia), sitios donde se sistematizan formas de confeccionar un machete (con fotos y todo!!) y otros donde crear un machete virtual para luego consultar con el celular desde el aula.
La ronda que escuchaba estas palabrasEs que el machete implica también creatividad, no es fácil hacerse un buen machete, donde podamos sintetizar conceptos o fórmulas. Se trata de la síntesis, de “ponerle cabeza” y también de ponerle el cuerpo. Claro que se trata de ponerle el cuerpo porque llevar un machete es oficiar de “contrabandista”, porque una cosa es hacerte un machete en tu casa y otra cosa es usarlo. Usarlo en un examen implica una actitud que neutralice los nervios, transpirar por la espalda si es necesario para que no se note en la frente. Recuerdo compañeros del colegio que permanecían inmutables ante la mirada acusadora del docente, ni un pelito se les movía a los tipos. Mirada cargada de venganza y de impotencia porque ante semejante puesta en escena tampoco se lograba descubrir del todo que es lo que pasaba detrás de la artimaña. No debemos olvidarnos de las miradas buchonas de compañeros que se morían de envidia ante la entereza del tramposo, miradas que no querían dejar de hacer notar que ellos sí los habían descubierto. Éstos eran los mismos compañeros que cuando el docente entregaba las notas y obtenían menor calificación que el pillo dejaban deslizar suavemente entre sus labios la acusación “así cualquiera… la próxima me copio como Fulanito”.
Tampoco se puede negar que confeccionando machetes uno también aprende y llegada la instancia de la evaluación si no supieron darnos las herramientas es legítimo que uno se las construya.
Con todo esto tampoco debemos hacer un culto a la trampa porque al fin y al cabo la trampa puede ser contra uno mismo y es necesario formarnos con responsabilidad… peeero el sistema, sus instancias de evaluación y control muchas veces despiertan este sentimiento de pequeña rebeldía ante la asimetría de poder entre el docente y el alumno (el “sinluz”). Poder que se sustenta en un sistema que sólo intenta “formatear”, ordenar, ponernos un delantal, un nombre, un apellido, un número de legajo y una calificación (listos para el mercado de trabajo). Al decir de Foucault, así como el manicomio es el lugar donde el loco actualiza su locura podemos decir que el sistema educativo formal es el lugar donde uno actualiza su ignorancia, el lugar donde el Estado tiene el poder de decir si uno está preparado o no, educado o no. Qué es la hoja en blanco antes empezar un examen sino la concepción que tienen muchos docentes sobre uno, concepción de que uno llega hasta esa instancia “en blanco”, hasta demostrar lo contrario. Encima lo primero que atinamos a hacer es a poner la fecha, nuestro nombre y número de legajo...
Volviendo a la frase del inicio es bueno retomar también la acepción del machete como herramienta de trabajo y de lucha. Recorriendo un poco la historia de los pueblos de Latinoamérica, el machete ha sido arma de defensa ante la amenaza extranjera, ha sido herramienta de trabajo en la zafra, en los montes, en la selva. El machete como la posibilidad de abrir un atajo, de nuevos caminos. Es por eso que antes que nada debemos entender que las herramientas que construimos los hombres y mujeres tienen que ver con mejorar las condiciones de vida, transformar el medio y transformar al hombre. En este sentido, hay que entender también que depende de las circunstancias, es necesario cambiar de herramientas o también transformarlas para un nuevo uso: así, “El Machete” –la revista- viene a formar parte de esta caja de herramientas que vamos construyendo entre todos y todas. “El machete” dejará de ser de uso personal, para que a medida que lo transformemos sea otra herramienta en manos del colectivo...”
Por Damián Lambusta
(estudiante de Sociología, integrante de La Fragua, FPDS)

1 comentario:

Hoy_Marcelo dijo...

Hace poco escribí algo similar http://hoymarcelo.blogspot.com/2008/06/de-foucault-al-machete.html pero para fines meramente recreativos.

Pero sinceramente se me escapó incluír lo re la rebeldía (al menos de forma explícita).

Muy buen artículo.